La permanencia es una irrealidad, todas las cosas cambian, nosotros como humanos siempre estamos evolucionando ante un contexto cambiante, pero los cambios nunca son lo que esperamos.

Con cada cambio nos disponemos a ser vulnerables, nos encontramos con espacios obscuros que generan miedo e incertidumbre, pero a pesar de ello necesitamos seguir avanzando superando cada espacio.

El proceso es y siempre será el momento en el que aprendemos todo lo indispensable para llegar al objetivo, las metas y sueños que tenemos siempre estarán, no debemos desesperar, es importante disfrutar de la obscuridad, gozar esa soledad, estar feliz de sentirse perdido.

Debemos ser consientes de que es necesario perder el control para lograr llegar al cambio, al apresurar las experiencias, perdemos la esencia de vivir, pero no debemos olvidarnos de nuestras metas.

El camino y el ritmo es algo que cada uno de nosotros dictamos, podemos regresar, avanzar, pausar, debemos ser pacientes con los cambios y asimilar todo lo que sucede tanto dentro como fuera, la tolerancia será uno de los valores fundamentales al emprender este viaje, no solo para con nosotros mismos, si no para con las personas que nos rodean.

Nunca somos la misma persona, marcando una ausencia a la permanencia.